Me fui por un senderito
sembrado por blancos yuyos
y en árboles en capullo,
cantaban los chincolitos,
en el estero infinito
les contestaban las aguas;
la sombra de la patagua
me recibió con cariño,
las lágrimas, del corpiño
cayeron hasta mi enagua.
y en árboles en capullo,
cantaban los chincolitos,
en el estero infinito
les contestaban las aguas;
la sombra de la patagua
me recibió con cariño,
las lágrimas, del corpiño
cayeron hasta mi enagua.
Violeta Parra
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