Lluéveme, asoléame. Mi cuerpo arado por el tuyo ha de volverse un campo donde se siembra uno y se cosechan ciento.
Espérame al otro lado del año: me encontrarás como un relámpago tendido a la orilla del otoño.
Toca mis pechos de yerba. Besa mi vientre, piedra de sacrificios.
En mi ombligo el remolino se aquieta: yo soy el centro fijo que mueve la danza.
Octavio Paz, Mariposa de obsidiana
No hay comentarios:
Publicar un comentario