viernes, 4 de abril de 2014

Toda hora llega

Pongo en orden las gavetas
como si me preparara para quedarme antes de partir.
Enciendo una vela que limpia el aire
y me paseo con la piel desnuda.
Me arranco aquéllo que adquirí
porque nada se lleva al viaje.
Me miro en el reflejo que muestra
oscuridad, complemento de la belleza.
El ombligo de la rueda gira, rompe y aletea,
fui cosmos y estoy aquí, sin ser de aquí.
Soy todo lo que fui y sin embargo no cargo maleta.
Estoy abierta,
mi pecho cubierto de agua
retumba y alimenta al sol.
Este cuerpito cantor, mirado se mira
y todo lo que mira se convierte en él, en ello.
No hay separación, nada se fragmenta.
La infinitud penetra todo vacío, que vacío es
infinito y viceversa.


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