martes, 20 de enero de 2015

Vuelve a tus arcas


Fiel acompañante de mi andar,
frágil navío de incesante tormenta
   Susurras suavemente
Que al borde del abismo no sesgue la mirada
que no respire sin sentir el oleaje en mi vientre.
    Que me abra
como un coral al rayo de sol
o un relámpago entre las nubes
    Que me rompa
como quien se desnuda de sus corazas
o sale del capullo en primavera.
     Y que mis quiebres
queden a la vista de todos
cubiertos de oro,
porque sin ellos no sabría que la vida
me ha llenado y vaciado.
    Ahora entiendo, muerte
que en la copa de los árboles está la tierra
y en el cauce de los ríos, el cielo.




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