sábado, 27 de septiembre de 2014

Del alma al unísono

Saber ver, querer ver
no es una tarea fácil
a veces "ver" duele profundo,
duele de doler. Sin más ni menos.
Querer ver es también gratificante
es llenar de luz esos espacios obscuros,
es limpiar, curar, cicatrizar.
Saber ver es detectar aquéllo que ha de irse
y marchitarse
para hacer la tierra más rica,
para resurgir de las cenizas.
Saber ver es ser humilde, reconocerse vulnerable,
reconocerse el medio, el hilo conductor de la luz.
Y reconocerse un canal de luz es también aprender
a desconectarse de aquéllas fuentes
que no son auténticas,
aquéllas que no nos llevan al corazón.

Saber ver es amar la respiración,
aprender a recibir el aire, a darlo
Comprender que todo está conectado
Este tejido luminoso lo construimos entre todos.
Todo repercute,
toda intención se manifiesta, resuena
y cuanto más amorosa es, más se ensancha el tejido.
Saber ver es conocer la muerte,
es saber
que de la vida a la muerte (viceversa)
hay sólo un instante
y en él
existen todas las posibilidades,
todos los cantos.

Saber ver es comprender que siempre
vamos a retornar a la fuente
y que mientras más conscientes seamos en la vuelta,
más
alumbramos el cosmos.
La naturaleza va siempre por la vida, por la luz,
seamos un medio,
que se abra el corazón
que se abra el entendimiento
que nos ayudemos entre todos.


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