lunes, 15 de septiembre de 2014


Lluéveme, asoléame. Mi cuerpo arado por el tuyo ha de volverse un campo donde se siembra uno y se cosechan ciento. 
Espérame al otro lado del año: me encontrarás como un relámpago tendido a la orilla del otoño. 
Toca mis pechos de yerba. Besa mi vientre, piedra de sacrificios. 
En mi ombligo el remolino se aquieta: yo soy el centro fijo que mueve la danza. 


Octavio Paz, Mariposa de obsidiana

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